Exactamente 10 años después del Mundial de 2014, Brasil celebra su candidatura – una victoria anunciada el pasado 17 de mayo – para ser sede de la Copa del Mundo Femenina de 2027. Diez ciudades del gigante latinoamericano acogerán todos los partidos del evento, que aterrizará por primera vez en Sudamérica dentro de tres años, del 24 de junio al 25 de julio. La inauguración y la final tendrán lugar en el emblemático estadio de Río de Janeiro, el Maracaná, mientras que la semifinal se disputará en el ex Itaquera de San Pablo, actual Neo Química Arena, construido para el Mundial de 2014. La otra semifinal se disputará en Brasilia, en el estadio Mané Garrincha, mientras que la disputa por el tercer puesto en el Mineirão de Belo Horizonte.
Por una extraña coincidencia del destino, la noticia llegó con Lula en la presidencia (es su tercer mandato) al igual que cuando se anunció Brasil como sede del Mundial 2014, el 30 de octubre de 2007 en Zúrich. El presidente estaba en su segundo mandato y celebró aquella victoria junto con el escritor brasileño Paulo Coelho y la ex estrella del fútbol, Romário. Sin embargo, la Copa del Mundo disputada 10 años atrás no trajo suerte a la delfina de Lula, Dilma Rousseff, que había sido elegida después de él.
Ya en 2013, las manifestaciones que reunieron a miles de personas en todo Brasil contra el despilfarro de dinero para preparar el Mundial golpearían no poco al gobierno de Rousseff, hasta su destitución en 2016. Hoy es de esperar que en Brasilia se haya aprendido la lección y se prepare con más transparencia y responsabilidad este nuevo evento deportivo que vuelve a poner los ojos del mundo sobre el gigante latinoamericano. “A diferencia del Mundial de 2014, la Copa del Mundo Femenina de 2027 ofrece una oportunidad única para promover la igualdad de género en el deporte”, dijo al sitio de noticias Brazil Report Julia Costa, directora de promoción del fútbol femenino del Ministerio de Deportes.