Un equipo de investigadores encabezados por la Universidad de Georgia (EEUU) publica en Science un estudio que combina un experimento mundial con modelos predictivos para ilustrar cómo el impacto humano en las vías fluviales puede contribuir a la crisis climática.
Los ríos y arroyos desempeñan un papel clave en el ciclo global del carbono al almacenar y descomponer grandes cantidades de hojas, ramas y otras materias vegetales.
El proceso comienza cuando una hoja cae al río, donde es colonizada por bacterias y hongos, que son comidos por insectos, lo cueles usan el carbono almacenado en la hoja para crecer y producir más insectos, que sirven de alimento a los peces, explica la Universidad de Georgia en un comunicado.
Los investigadores descubrieron que ese proceso está cambiando en zonas del mundo donde los ríos están afectados por la urbanización y la agricultura, que cambia la rapidez con la que se descompone la hojarasca.
Cuando el proceso se acelera, el insecto no tiene oportunidad de absorber el carbono de la hoja, el cual se libera a la atmósfera, contribuyendo a la contaminación por gases de efecto invernadero y, en última instancia, alterando la cadena alimentaria.
Cuando se piensa en emisiones de gases de efecto suelen venir a la mente tubos de escape y fábricas, “pero gran parte del dióxido de carbono y el metano procede de los ecosistemas acuáticos”, precisó Scott Tiegs, de la Universidad de Oakland y firmante del estudio.
Al añadir a las aguas dulces contaminación por nutrientes, como los fertilizantes, se eleva su temperatura, las tasas de descomposición y se dirige más CO2 a la atmósfera.
Los investigadores recopilaron datos de campo de 550 ríos de todo el mundo, en colaboración con más de 150 investigadores de 40 países.
Con esa base generaron una de las primeras estimaciones de las tasas de descomposición en ríos y arroyos, incluidas zonas poco estudiadas como los trópicos.
Mediante el uso de modelos predictivos, los investigadores también identificaron los factores ambientales responsables del aumento de las tasas de descomposición, como el aumento de las temperaturas y de las concentraciones de nutrientes.
Así vieron que la descomposición de la celulosa en los ríos está muy influida por diversos factores ambientales, cada vez más afectados por las actividades humanas en todo el mundo.
Los ecosistemas terrestres de la Tierra generan anualmente más de 100.000 millones de toneladas de detritus vegetal, cuyo destino (almacenamiento a largo plazo, mineralización en gases de efecto invernadero o incorporación a las redes tróficas) viene determinado por las tasas de descomposición.
Una materia orgánica que se añade continuamente a los ríos y arroyos, por lo que importante conocer bien los factores que influyen en su descomposición, sobre todo a grandes escalas espaciales y en las regiones tropicales, donde se produce gran parte de la materia vegetal de la Tierra.
Para que los modelos globales del carbono sean precisos, es necesario conocer los mecanismos de estos procesos, a fin de mejorar las predicciones e informar sobre futuros escenarios de cambio ambiental.