Gastroenterólogos del Hospital Mount Sinai, adscrito a la Universidad de Toronto (Canadá), atendieron recientemente a una mujer de 50 años que en dos años acudió siete veces a los servicios de emergencia con signos de intoxicación por alcohol, a pesar de informar que no consumía bebidas alcohólicas por cuestiones religiosas.
Según los médicos, la paciente presentaba dificultad para hablar, aliento etílico y a menudo se caía debido a la somnolencia. Sus niveles de alcohol en plasma eran elevados. Después de un profundo estudio, los especialistas le diagnosticaron el síndrome de autocervecería (ABS, por sus siglas en inglés).
El síndrome de autocervecería
El síndrome de autocervecería implica la fermentación de alcohol por hongos que viven en el intestino del individuo. En un artículo que describe el caso, publicado recientemente en el Canadian Medical Association Journal, la Dra. Rahel Zewude y otros coautores del estudio, explican que este raro síndrome se describió por primera vez en 1952 en Japón, donde se denomina Meitei-sho, que se traduce como “síndrome de autointoxicación por alcohol”.
Los autores enfatizan que es un síndrome poco común que se cree que se produce cuando los microorganismos capaces de fermentar alcohol a partir de carbohidratos (fundamentalmente hongos) superan la microbiota intestinal (la cantidad de microorganismos del aparato digestivo) normal. Asimismo, señalaron que los hongos comúnmente implicados son las levaduras ‘Saccharomyces cerevisiae’ y varias especies del género ‘Candida’.
Los investigadores sospechan que el uso recurrente de antibióticos de amplio espectro de acción, para controlar sus recurrentes infecciones del tracto urinario, le provocaron la modificación de su microbiota intestinal (disbiosis) que al final resultó en la manifestación del síndrome de autocervecería.
Tratamiento
Los médicos prescribieron un medicamento antifúngico –para evitar el crecimiento de ciertos hongos– de administración oral y en la valoración de un dietista se le sugirió una dieta baja en carbohidratos. También se le administró probióticos (‘Lactobacillus acidophilus’) para reponer la microbiota intestinal.
La paciente permaneció asintomática durante seis meses. Una prueba para evaluar la seguridad del consumo de carbohidratos no encontró presencia de etanol en sangre. Con base en estos resultados, los especialistas le aconsejaron aumentar gradualmente su consumo de carbohidratos. Para reducir las probabilidades de una nueva disbiosis intestinal, se le aconsejó que utilizara antibióticos de espectro reducido solo después de confirmar su diagnóstico por un médico.