
Fernando García Echegoyen, marino e investigador profesional de siniestros marítimos por la universidad de Cádiz (sur de España), se muestra convencido de que esa fascinación le debe mucho a James Cameron, director de la película que protagonizaron Leonardo DiCaprio y Kate Wintslet.
“Cameron lo contó muy bien, aunque se permitió ciertas licencias”, como la historia de la orquesta que tocó hasta el final, asegura García Echegoyen, autor del libro ‘Titanic. Historias para después de un naufragio’ y comisario de la exposición inmersiva ‘La leyenda del Titanic’, abierta en Madrid.
“En realidad, eran dos orquestinas con repertorios distintos, se unieron en el momento final, pero no sabemos ni cuánto tiempo tocaron ni dónde”, indica el experto, que añade que lo que sí es seguro que no interpretaron ‘Nearer, My God, to Thee” como en la película.
El especialista alberga en su biblioteca más de cien libros sobre el naufragio, y no son todos los que se han escrito sobre el Titanic, que también acumula un buen número de filmes y documentales.
“Hubo gente muy valiente”, incide el historiador que recuerda a los diez españoles que iniciaron la travesía.
Echegoyen comenzó a interesarse por el barco cuando tenía 20 años, y tiene muy claro que los jóvenes de hoy caen rendidos a la historia de amor de la película.
La leyenda se acrecentó -remarca Ares- al encontrar Robert Ballard el pecio en 1985 a casi 4.000 metros de profundidad, y aumentó cuando en 2023 el submarino Titan, de la compañía OceanGate, implosionó al realizar una exploración en la zona donde se encuentra el barco.
Una historia épica
Una historia épica, añade Echegoyen, que califica de “raro” el naufragio, que duró más de dos horas, tiempo en el que todo el mundo vio lo que hacían los demás y lo que permitió que los que sobrevivieron lo contaran.
El coronel Archibald Gracie IV, uno de los supervivientes, fue el primero que publicó un libro sobre ello.
Para Echegoyen ‘La última noche’, de Walter Lord, es uno de los mejores, también destaca el de Robert Ballard, además de dos artículos periodísticos del momento de Joseph Conrad sobre el significado del hundimiento y sus implicaciones sociales.
La gran pregunta, apunta Echegoyen, es ¿qué hubiera hecho yo? en una situación así, donde ante la muerte no hay diferencia entre clases sociales.
Ares incide en que no hay que olvidar que se trata de una catástrofe humanitaria enorme -murieron 1.500 pasajeros de los 2.200 que viajaban- y remarca que muchas de las normas de seguridad actuales -salvavidas, botes etc- fueron obligatorias a partir del hundimiento.