El presidente de Estados Unidos Joe Biden enfrentó este jueves, en vivo y sin un texto escrito donde aferrarse, a una sala llena de periodistas en una conferencia de prensa en Washington considerada como “la de mayor presión en la historia moderna” y una prueba fundamental para su supervivencia política.
Podría decirse que la superó y estuvo sustancialmente mejor que en su desastroso debate del mes pasado contra Donald Trump, aunque las dudas sobre su salud probablemente continuarán.
“Soy el más calificado para ser presidente, derroté una vez a Trump y lo haré otra vez”, dijo Biden, que busca convencer a sus críticos que está en condiciones de ser candidato para vencer al republicano en noviembre y conducir cuatro años más la Casa Blanca, mientras arrecian las presiones para que renuncie a su postulación.
El presidente comenzó la conferencia, organizada en el marco del cierre de la cumbre por el 75 aniversario de la OTAN, con los resultados de la reunión de la alianza atlántica. “Voy a mantener a la OTAN fuerte”, dijo Biden, al comenzar la rueda. “Debemos liderar el mundo”, dijo, y aprovechó para hacer un repaso de la economía, la frontera, etc.
Luego tomó preguntas de los periodistas que obviamente giraron en torno a su capacidad y a los pedidos de renuncia. “Hemos tenido grandes progresos, tenemos más trabajo que hacer”, dijo con energía y con una voz mucho más firme de lo que se le ha escuchado últimamente, aunque con una carraspera que lo tuvo a mal traer.
Partidarios, detractores y los estadounidenses en general estuvieron pegados al televisor para seguir el desempeño de Biden, de 81 años, a quien se vio rígido e incoherente en un debate con Trump el pasado 27 de junio, al que muchos calificaron como un “desastre” y dejó al partido demócrata «en pánico».
Desde entonces, funcionarios y legisladores demócratas plantearon en privado (y una docena de congresistas lo hicieron en público), que Biden no tiene la salud necesaria para el cargo, que debería dar un paso al costado para un candidato más competitivo como la vicepresidenta Kamala Harris u otros, aunque por ahora ninguno mide en las encuestas más que el presidente.
Biden ha intentado frenar la ofensiva diciendo que no va renunciar y que es el único que puede vencer a Trump en noviembre, pero no logra convencer a buena parte de los demócratas. El presidente dio una entrevista el viernes pasado en la que se lo vio sentado y estuvo mejor, aunque no logró despejar las dudas.
“Estoy en esto para completar el trabajo que he comenzado”. “Quiero solo seguir adelante”, contestó cuando le preguntaron por su legado.
“Si ven mi agenda está toda completa. No como Trump que está todo el día en carritos de golf, él no hace nada” , dijo Biden y contó que últimamente estuvo en 20 eventos grandes, con miles de personas. “Solo tengo que ir un poco más a mi ritmo. Voy a mi ritmo», dijo Biden, y agregó que el trabajo de la presidencia es «uno de los más estresantes del mundo”.
Respecto de su desempeño en el fatídico debate dijo que fue «un error estúpido» y que en el próximo, programado para septiembre, «no estaré viajando la semana previa”, para estar más descansado, y que la mejor manera de dejar atrás aquella noche negra es «haciendo el trabajo».
Hubo un momento complicado cuando le preguntaron sobre la capacidad de la vicepresidenta Kamala Harris y en su respuesta la confundió con Trump. «No habría elegido al vicepresidente Trump para ser vicepresidente», dijo. Más tarde agregó que ella claramente está capacitada para liderar la Casa Blanca y que por eso la había elegido como vice.
Cuando le preguntaron si se haría un test cognitivo, Biden dijo que su trabajo en la Casa Blanca es una prueba diaria, pero que no se opondría si sus médicos se lo solicitaran. Dijo que ya se ha hecho 3 y los superó. «Si los doctores me sugieren otro, lo haré», dijo.
La conferencia comenzó más tarde de lo previsto y cerca de las 8 de la noche, hora local, el horario al partir de cual la prensa afirmó, en base a fuentes de la Casa Blanca, que el presidente precisa descansa. Biden negó esos reportes.