La tecnología se fue instalando de a apoco en nuestras vidas y la tal vez la omnipresencia tecnológica también trajo consigo una mayor sensación de estrés y ansiedad. Desde el “doomscrolling”, hábito de pasar largos periodos navegando sin cesar por noticias negativas hasta la constante comparación en redes sociales, nuestros dispositivos pueden impactar significativamente nuestra salud mental.
Así lo indicó el psicólogo estadounidense Phil Lane, quien señaló que uno de los mayores contribuyentes a la ansiedad digital es el “doomscrolling” y señaló que, hoy en día, en nuestros teléfonos tenemos acceso a información trágica o alarmante, a la vez que sostuvo que no es necesario ni siquiera encender la televisión. Este flujo constante de información negativa puede llevar a sentimientos de ansiedad y malestar.
Qué se puede hacer contra el doomscrolling
Para mitigar estos efectos, dijo que es crucial limitar nuestra exposición a noticias negativas. Establecer horarios específicos para revisar notificaciones y evitar el consumo compulsivo puede ayudarnos a mantenernos informados sin sentirnos abrumados, mientras que aprender a moderar nuestra exposición nos permite vivir más en el presente y reducir el malestar emocional.
Por otro lado, las redes sociales también juegan un papel importante en la generación de ansiedad. La psicóloga Karen Horney habla de los “deberías”, esos estándares autoimpuestos que nos hacen ser autocríticos. Hoy, las redes sociales amplifican estos “deberías”, fomentando la comparación constante.
La comparación en redes sociales puede ser devastadora para la salud mental, especialmente entre adolescentes. Factores como ver eventos a los que no fuimos invitados, la presión por publicar contenido atractivo y obtener “me gusta”, o que alguien publique algo sobre nosotros sin nuestro control, pueden generar incertidumbre y ansiedad.
Los dispositivos nos aíslan
Los especialistas señalan que la tecnología también puede llevarnos a un estado de “mindlessness”, donde estamos físicamente presentes, pero mentalmente ausentes. Navegar sin pensar por nuestros dispositivos puede robarnos momentos valiosos y desconectarnos del aquí y el ahora. La costumbre de revisar el teléfono por aburrimiento o hábito nos aleja de nuestras vidas reales.
Practicar la atención plena, o “mindfulness”, implica estar presente en el momento. En contraste, “mindlessness” nos distrae y nos desconecta. Phil explica que dejar que nuestros dispositivos pasen a un segundo plano y enfocarnos en el presente puede traernos numerosos beneficios: vivimos experiencias más plenamente, nos sentimos más conectados con nuestro entorno y reducimos la ansiedad.