En la República de Paraguay se celebra el Día del Niño el 16 de agosto en conmemoración de la batalla de Acosta Ñú, en la que combatieron y fueron masacrados cientos de niños en el marco de la Guerra de la Triple Alianza.
En esa fecha se realizan festejos populares dirigidos a los niños y a las niñas, que rinden homenaje a los llamados “niños mártires de Acosta Ñú” exaltando su heroísmo y su valor. También se hacen otras celebraciones de orden cívico, privado y religioso. En algunos espacios domésticos se rememora, mediante ceremonias en altares o tumbas, a familiares que fallecieron en la infancia.
La “Batalla de Acosta Ñu” –también llamada “Batalla de Ñu Guazú (Campo Grande)” en Brasil y “Batalla de los Niños” en Paraguay– se desarrolló el 16 de agosto de 1869 durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), en que la coalición entre Argentina, Brasil y Uruguay enfrentó militarmente a la República del Paraguay.
Hacia 1869, la guerra había diezmado a la población del Paraguay y, a falta de hombres, el mariscal Francisco Solano López reclutó a niños de entre diez y catorce años para que se sumaran al ejército y con ellos fue al frente de batalla. En la Batalla de Acosta Ñu, junto a solo 600 soldados profesionales, alrededor de 3.500 niños vestidos de adultos, veteranos de guerra, ancianos y mujeres se enfrentaron a las tropas de Pedro II del Brasil que contaban con unos 20.000 hombres.
Si bien existía una gran disparidad entre los ejércitos, que no solo era numérica y etaria, sino también tecnológica, la batalla duró ocho horas y terminó con la masacre de las tropas paraguayas. Cuando las madres recogían los cuerpos de sus hijos y aún había heridos, los brasileños quemaron el lugar. La guerra concluyó el 1 de marzo de 1870 con el combate de Cerro Corá, donde Francisco Solano López fue asesinado.
En pocos casos en la historia americana, un país quedó tan devastado, con tal magnitud de pérdidas demográficas, económicas y territoriales como la nación paraguaya tras la finalización de esta guerra. La población se redujo no solo por las muertes en los campos de batalla, sino además por la hambruna, las enfermedades (principalmente cólera y fiebre amarilla) y la gran preponderancia de violaciones y asesinatos de niños, ancianos y mujeres. Tanto observadores como historiadores de diversas posiciones ideológicas coinciden en el valor y el coraje de los paraguayos en su totalidad: hombres, mujeres y niños. El niño héroe que murió defendiendo a su nación es parte fundante de la identidad nacional paraguaya.