A algunas mujeres que toman adelgazantes y han tenido problemas de fertilidad les está ocurriendo algo sorprendente: Se quedan embarazadas. Esto está suscitando dudas sobre la seguridad de los medicamentos de Novo Nordisk A/S y Eli Lilly & Co. durante el embarazo.
“Pensé que no podría tener más hijos”, dijo Torria Leggett, de 40 años, que había estado intentando tener otro después de que naciera su primer hijo en 2018. En 2022, la trabajadora social de Whiteville, Carolina del Norte, comenzó a tomar Ozempic de Novo para tratar la obesidad, y luego cambió a Mounjaro de Lilly. A medida que los kilos desaparecían, pronto hubo otro motivo de celebración. Estaba embarazada. “La pérdida de peso fue probablemente el detonante”, afirma. “No me lo podía creer”.
Historias como esta animan a los médicos a utilizar los fármacos GLP-1 para tratar el síndrome de ovario poliquístico, una de las principales causas de infertilidad en las mujeres estadounidenses. Sin embargo, lo hacen sin muchos datos sobre el impacto de estos fármacos en el embarazo.
“Los casos de bebés con Ozempic y Wegovy están ocurriendo por todas partes”, afirma Melanie Cree, directora de la clínica del síndrome de ovario poliquístico del Hospital Infantil de Colorado, en Aurora. “Es muy emocionante, pero da un poco de miedo porque estamos avanzando sin todos los datos”.
La necesidad de tratamientos es acuciante. A pesar de su prevalencia, no hay fármacos aprobados para el SOP, y los expertos están divididos sobre si los programas de dieta comúnmente recomendados funcionan. Algunos médicos y pacientes están dispuestos a probar casi cualquier cosa, y los éxitos son tentadores.
Los fármacos GLP-1 se comercializan desde hace casi 20 años para tratar la diabetes, y su uso en la obesidad está impulsando un nuevo mercado que se espera alcance los USD 100.000 millones en 2030. El problema es que las empresas no han estudiado sistemáticamente el uso de GLP-1 en el síndrome de ovario poliquístico, y no tienen previsto hacerlo a corto plazo. Ante la falta de datos, los investigadores están realizando sus propios estudios para averiguar si estos fármacos funcionan en el caso del síndrome de ovario poliquístico, y los organismos reguladores estadounidenses han pedido a las empresas que recopilen toda la información que puedan sobre su empleo durante el embarazo.