Descubren el verdadero origen de la timidez
La timidez y la extroversión siempre se han considerado como rasgos distintivos del carácter que se pueden modular con voluntad.
Sin embargo, un estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences afirma otra cosa: el origen de esta característica se encuentra en el cerebelo.
Es decir, la actividad neuronal que se produce en esta región del cerebro es la verdadera responsable de la tendencia a evitar la interacción social.
El experimento a través del cual se analizó este proceso fue realizado a partir de resonancias magnéticas funcionales en reposo. Los resultados fueron claros: las personas que evidenciaban signos más evidentes de timidez presentaban una menor sincronización neuronal en el área Crus I del cerebelo.
Por tanto, todo parece indicar que existe una conexión entre la dinámica cerebral y la inhibición social.
Los resultados van incluso más allá, puesto que tradicionalmente el cerebelo se ha asociado solo con el control motor y la coordinación del movimiento. Sin embargo, esta investigación confirma que también cumple un papel clave en la regulación emocional y en la cognición social.
Los científicos creen que podría actuar como un “centro de integración” que modula la manera en la que el cerebro procesa las emociones.
El sistema de inhibición conductual como mediador
El estudio pone de manifiesto la importancia del sistema de inhibición conductual(BIS, por sus siglas en inglés), por ser el encargado de activar la respuesta de precaución ante amenazas y situaciones de resolución incierta. Los científicos observaron que actúa como intermediario entre la actividad del cerebelo y la tendencia a la timidez, lo que refuerza la idea de que tiene una raíz biológica.
Por otro lado, el sistema de activación conductual (BAS), que es el responsable de la búsqueda de recompensas y de la motivación, no mostró ninguna relación significativa con el rasgo de la timidez. Según se explica en las conclusiones del artículo, esto refuerza la hipótesis de que las personas que tienen un sistema de alerta cerebral más activo que la media tienden a mostrar comportamientos más reservados.
Una nueva perspectiva
Los resultados del estudio indican que la timidez no puede entenderse como un rasgo aprendido de la personalidad, sino como una manifestación de la actividad cerebral espontánea. Al fin y al cabo, las variaciones en la sincronización neuronal podrían afectar a la manera en que se interpretan las señales sociales y las emociones, dando lugar a conductas de retraimiento o, incluso, ansiedad ante la exposición pública.
Además, cuando la red neuronal del cerebelo presenta menor coherencia, el individuo puede mostrar mayor sensibilidad ante las críticas y los juicios externos. Todo ello podría servir para desarrollar nuevas terapias que mejoren la capacidad de los individuos de regular sus emociones y adaptarse socialmente.
De hecho, el estudio especula con un futuro en el que la estimulación cerebral no invasiva y los programas de entrenamiento cognitivo ayuden a ajustar la respuesta del BIS y, con ello, a reducir la incomodidad social. Eso sí, antes habrá que ampliar la muestra, puesto que solo se centró sobre estudiantes universitarios.