Advierten sobre una práctica muy peligrosa para la salud cada vez más utilizada por laboratorios farmacéuticos


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Un artículo publicado en las últimas horas por un conjunto de investigadores de Austria y Estados Unidos en la prestigiosa revista The British Medical Journal (BMJ), advierte por una práctica cada vez más extendida entre la industria de la salud en general y los laboratorios farmacéuticos en particular que, dicen los autores, puede provocar serios daños el público.

Puntualmente, estudiaron el rol que han ido ganando los influencers de redes sociales como importantes fuentes de información sobre salud. “Sus trayectorias abarcan desde profesionales de la salud calificados hasta personas sin formación médica, y su alcance abarca desde unos pocos miles de seguidores hasta millones”, explican y agregan: “La fiabilidad de los consejos de los influencers varía considerablemente”.

Los autores del trabajo que aparece en BMJ son los profesores Raffael Heiss, Steven Woloshin y Erin Willis, junto con la directora ejecutiva Sneha Dave y los estudiantes de doctorado Elena Engel y Sascha Gell. Pertenecen a Centro de Innovación Social y Sanitaria, en Austria; la Fundación Lisa Schwartz para la Verdad en la Medicina, en Estados Unidos; el Instituto Dartmouth de Políticas de Salud y Práctica Clínica, en Estados Unidos; y el Departamento de Comunicación de la Universidad de Viena.

Citan estadísticas a modo de ejemplo: en Austria, el 83 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 25 años afirma haber visto contenido de influencers relacionado con la salud, y el 31 por ciento ha comprado suplementos dietéticos, el 13 por ciento medicamentos y el 11 por ciento autopruebas médicas como resultado.

“Un estudio reciente reveló que las publicaciones de influencers y empresas sobre pruebas médicas populares con evidencia incierta y riesgos de uso excesivo eran principalmente promocionales, citando beneficios en el 87 % de los casos, pero mencionando perjuicios solo en el 15 %”, señalan.

Suman que “otro estudio sobre la promoción de suplementos dietéticos por parte de influencers alemanes reveló que aproximadamente dos tercios de las dosis recomendadas excedían las recomendaciones nacionales de seguridad y el 7% superaba los límites máximos de seguridad de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria”.

Aseguran que “estos consejos pueden causar daños psicológicos, físicos, financieros y sistémicos, desde autodiagnósticos erróneos y tratamientos inadecuados hasta gastos innecesarios y mayores costos de atención médica”. Finalmente identifican cuatro fuentes de sesgo de la información proporcionada por influencers: falta de experiencia médica o conocimiento relevante, influencia de la industria, intereses empresariales y sesgos personales.

Uno de los grandes peligros, dicen los científicos, es que “el efecto de estos sesgos se ve magnificado por la capacidad de los influencers de formar vínculos reales o unilaterales (a menudo denominados “parasociales”) con sus seguidores, lo que los convierte en comunicadores altamente persuasivos. Por lo tanto, la supervisión es importante, pero un monitoreo y una regulación efectivos son difíciles porque las experiencias de los usuarios son personalizadas, moldeadas por algoritmos opacos y, a menudo, cruzan fronteras nacionales fuera del alcance de la regulación”.

La primera y una de las más importantes fuentes de sesgo mencionadas es la falta de experiencia o conocimientos relevantes de los influencers. “A diferencia de los profesionales sanitarios o los periodistas médicos cualificados, muchos influencers carecen de formación académica en los temas que abordan, lo que aumenta el riesgo de promover pruebas o tratamientos inapropiados”, aseguran.

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