Existe un mineral, presente de forma natural en diversos alimentos, que ayuda a más de 300 enzimas a llevar a cabo diversas reacciones químicas en el organismo. Colabora en la formación de proteínas y huesos fuertes, y la regulación del azúcar en sangre, la presión arterial y las funciones musculares y nerviosas.

Se trata del magnesio, que también actúa como conductor eléctrico en la contracción de los músculos y hace que el corazón lata con regularidad.

La Oficina de Suplementos Dietarios de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos ha especificado cuál es el nivel de ingesta recomendable de magnesio. Generalmente se ingiere a través de los alimentos.

Se sabe que llevar a cabo una alimentación equilibrada ya es una acción suficiente para ingresar las cantidades diarias recomendadas de magnesio. Pero algunas personas necesitan complementos, como el cloruro de magnesio. Las que padecen trastornos digestivos, como celiaquía y diarrea crónica pueden correr más riesgo de tener déficit de magnesio.

El cuerpo de un adulto contiene aproximadamente 25 gramos de magnesio, del que entre el 50% y el 60% está presente en los huesos y la mayor parte del resto en los tejidos blandos. Menos del 1% del magnesio total se encuentra en el suero sanguíneo, y estos niveles se mantienen bajo estricto control.

Se recomienda una ingesta diaria de 420 miligramos de magnesio en hombres y 320 miligramos en mujeres. Si, por alguna razón, el organismo humano no recibe esas cantidades, se puede producir un déficit. Por esa alteración, la personas puede registrar síntomas como pérdida del apetito, náuseas, vómitos, fatiga, entumecimiento, hormigueo, calambres musculares, convulsiones y cambios de personalidad en casos extremos.

De acuerdo con la institución estadounidense, “el organismo suele absorber entre el 30% y el 40% del magnesio que se ingiere a través de la alimentación”.

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